Ni aritmética ni mucho menos

Miradas entre palabras sin sentido, entre descoordinadas muecas y fríos cielos de contraste entre violetas y árboles fluorescentes, que envuelven a aquellos que sin más que ellos mismos se dejan envolver por estos y por los pastos con más vida que tal vez un 24 % del agua que contiene cada uno de estos objetos que se hacen llamar personas, sin vida, en distintos estados que por cada roce, por cada goce de piel, por cada atracción meramente carnal y hasta a veces, un poco sentimental, pasa a un puro estado de solidificación que descongela a cada partida, dejando rastros algo borrosos pero permanentes en recuerdos que te olvidan y retornan en aquellos besos dulces y ácidos, en cíclopes y labios colorados que dejan rastros de aquellas estrellas desestrelladas y algo fugaces, como el frío de aquel viento en una tarde que se pega como velcro al cuadrado calórico de el más dulce chocolate que llega a rozar casi sin querer esos labios con los que transformanos a ese dos en un sólo uno, en nosotros.-